EDUCAR O APRENDER
Los verbos tienen un sujeto en quien recae la responsabilidad de la acción.
Por una causal cultural -y por cierto, como tal, es desapercibida ante la primera mirada- nuestro idioma tiene varios verbos que mal asignan la acción.
Un ejemplo de asignación errada de responsabilidad está en la transmisión cultural entre semejantes, que asigna erradamente la totalidad de la responsabilidad en quien educa.
Al denominar Ministerio de Educación, se focaliza, con este singular hecho, la acción intitucional en el educador, descuidando indebidamente la acción que debe desplegar el aprendedor. Debiera denominarse Ministerio del Conocer y Aprender, y la responsabilidad de la acción en la transmisión cultural entre semejantes recae en el aprendedor
Cuando aceptamos culturalmente que la misión de transmitir cultura recae en el aprendedor, cambia todo. El alumno siempre aprende, es parte del motus animi continuus (movimiento continuo del alma), y el profesor intercepta y conduce el aprendizaje.
Al cambiar el foco, cambian las respuestas de: ¿Dónde, cómo, quién, cuánto, para qué aprende?
Del dónde sabremos interceptar su atención apropiada y debidamente, del cómo sabremos ocupar un lenguage acertivo, del quién nos revelará sus necesidades y reqerimientos, del cuánto sabremos...
En definitiva más empatía.
Cambiando el nombre al Ministerio, cambiaremos la percepción del proceso, cambiará el sentimiento del aprendedor. Sentirá el cuidado.
La cultura finaciero-materialista ya ha percibido la importancia de esta visión y ha evolucionado con importantes cambios, centrando su acción en el cliente.
No estoy diciendo clientelizar a los alumnos. El clientelizar es una relación de intercambio que sería perversa en el aprendizaje.
Pero el alumno ve un trato más cercano en las multitiendas que en el profesorado, y este hecho es contradictorio. El profesorado, en defensa, dice que hay tantas cosas que distraen a los alumnos, que se hace difícil educar.
Creo que es una débil y falsa defensa, y sólo demuestra la incapacidad de "saltar" hasta el mundo del aprendedor y generar un habla desde allí.
Falta mucho para poder pararse dentro del mundo del aprendedor y hablar desde allí.
El mundo del Ministerio de Educación pertenece al profesor y se relaciona con él.
El mundo del Ministerio del Conocer y Aprender pertenece a quien aprende y se relaciona con él y lo interpreta.
Por una causal cultural -y por cierto, como tal, es desapercibida ante la primera mirada- nuestro idioma tiene varios verbos que mal asignan la acción.
Un ejemplo de asignación errada de responsabilidad está en la transmisión cultural entre semejantes, que asigna erradamente la totalidad de la responsabilidad en quien educa.
Al denominar Ministerio de Educación, se focaliza, con este singular hecho, la acción intitucional en el educador, descuidando indebidamente la acción que debe desplegar el aprendedor. Debiera denominarse Ministerio del Conocer y Aprender, y la responsabilidad de la acción en la transmisión cultural entre semejantes recae en el aprendedor
Cuando aceptamos culturalmente que la misión de transmitir cultura recae en el aprendedor, cambia todo. El alumno siempre aprende, es parte del motus animi continuus (movimiento continuo del alma), y el profesor intercepta y conduce el aprendizaje.
Al cambiar el foco, cambian las respuestas de: ¿Dónde, cómo, quién, cuánto, para qué aprende?
Del dónde sabremos interceptar su atención apropiada y debidamente, del cómo sabremos ocupar un lenguage acertivo, del quién nos revelará sus necesidades y reqerimientos, del cuánto sabremos...
En definitiva más empatía.
Cambiando el nombre al Ministerio, cambiaremos la percepción del proceso, cambiará el sentimiento del aprendedor. Sentirá el cuidado.
La cultura finaciero-materialista ya ha percibido la importancia de esta visión y ha evolucionado con importantes cambios, centrando su acción en el cliente.
No estoy diciendo clientelizar a los alumnos. El clientelizar es una relación de intercambio que sería perversa en el aprendizaje.
Pero el alumno ve un trato más cercano en las multitiendas que en el profesorado, y este hecho es contradictorio. El profesorado, en defensa, dice que hay tantas cosas que distraen a los alumnos, que se hace difícil educar.
Creo que es una débil y falsa defensa, y sólo demuestra la incapacidad de "saltar" hasta el mundo del aprendedor y generar un habla desde allí.
Falta mucho para poder pararse dentro del mundo del aprendedor y hablar desde allí.
El mundo del Ministerio de Educación pertenece al profesor y se relaciona con él.
El mundo del Ministerio del Conocer y Aprender pertenece a quien aprende y se relaciona con él y lo interpreta.
5 Comments:
clap, clap, clap... increíblemente lúcido... completamente de acuerdo... lo que no entiendo es por qué los profesores se sienten tan ajenos a sus alumnos... ellos lo fueron... lo son... el aprendizaje es un constante... el que para de aprender no está vivo...
un abrazo.
Hola tuto, gracias por tus palabras y por cierto que el que para de aprender no está vivo.
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