
Al mirar el mundo, desde mi dimensión humana, puedo dividirlo en mundo exterior y mundo interior. Desde Aristóteles y Platón, según expresa Heidegger, poco y nada se ha tratado del mundo interior, aquel en el cual se pregunta por el ser y por el sentido del ser.
Culturalmente tenemos la tendencia de soslayarlo, cayendo abruptamente en el mundo exterior, y es así como nuestras metas y propósitos en la vida están en ese ámbito.
¿Pero es necesaria la pregunta por mi ser? ¿Requiere ser descubierto mi ser?
El lenguaje con el cual me acerco, o mejor dicho, con el cual quiero acercarme a mi ser, ¿Es el apropiado?
Me acerco preguntando y mi preguntar es analítico, lógico, racional, conceptual, abstracto, etc...
Pero mi ser me susurra, sólo me susurra.
Y me pide ser sentido.
En un factum.
Entonces he de abandonar mi preguntar ingenuo, lleno de racionalidad mutilante y saltar desplegando mi intuición, abordando con mi oido interno, el que es capaz de escuchar lo sutil, y... escuchar a mi ser.
Escuchar su susurro, entonces ¿Obtendré respuesta certera?